Raiza N. Jiménez
LO FEMENINO: mitos y creencias.-
En el escenario cultural del venezolano hablar de María de la Onza o María Lionza,(1) como se le suele llamar, es abordar a la Venezuela de las más intricadas creencias religiosas y, más aún, es aproximarse muy cercanamente, a sus improntas míticas; es adentrarse en las raíces de nuestras creencias más ancestrales. Pero, además, es tropezarse, palmo a palmo, con la diversidad que nos refleja un aporte trasplantado en esta tierras por la colonización española, hoy llamada ENCUENTRO, que como toda conquista, obliga a los conquistados a asumir lo ajeno como propio.
Todo ello, sumado a eso otro que nos es propio, autóctono, lo mismo que arquetípicamente, es contenedor de una IDENTIDAD, en cuya búsqueda estamos ocupados, sin querer detenernos para confirmar y en forma realística aceptar, que somos hijos de una Patria adornada de coloridos plumajes que bailan al son de rítmicos tambores.
Obviamente, esta necesaria demarcación nos orienta, nos ubica y nos lleva inexorablemente, al RE-CONOCIMIENTO de los cultos primitivos. Esos que conspicua y consistentemente, conspiran insinuantes y ofuscados para dejarnos ver la multiplicidad de facetas que idiosincrásicamente, exhibe nuestro País, y de lo cual, el mito de María Lionza, como contenedor de todos los demás, no escapa.
Al mismo tiempo, ocupa lugar preeminente el hecho de la presencia y aceptación de una INTEGRACION de elementos mágico-religiosos (2) característicos del culto Católico, que aún, demarcan nuestras proliferas vivencias religiosas.
Como bien lo señala Gustavo Martín, ..."el Culto de María Lionza expresa, mejor que cualquier otro, el sincretismo religioso producto de la aculturación compulsiva a la cual ha sido sometido el pueblo venezolano"(Martín,1983: 109).
En este fenómeno se puede observar que convergen en yuxtaposición la herencia cultural étnica, que nos identifica en nuestra mezcla racial originaria, con la adoptada por medio de la transculturación de la cual, fuimos y seguimos siendo objeto, los hijos de esta tierra, los hijos de María Lionza.
La leyenda y los diversos relatos orales recogidos a través de los tiempos, circunscriben el nacimiento de una mujer de origen indígena cuya belleza estuvo matizada por ser la poseedora de un cuerpo radiante, realzado por unos contrastantes y esplendorosos ojos verde claro, aguamarina, de cuyos destellos, se decía, emanaba la fuerza poder de sus hechizos. Se dice, así mismo, que el nacimiento de esta doncella tuvo lugar en el Estado Yaracuy, donde está enclavada la seductora montaña de Sorte, asiento del trono, de quien posteriormente, sería conocida como la Reina Madre María Lionza. Sorte, es ese lugar de encantamiento, donde hoy, aunque con prácticas un poco desvirtuadas de su esencia original, se le rinde culto a su memoria y se mantiene vigente el mito que la invistió de poderes sobrenaturales. Tal reconocimiento y constante invocación, a nuestra manera de ver, no es más que un clamor de esperanza, que conjuga la comunión cercana de la Diosa con un pueblo que clama por significantes que a corto plazo puedan generar alivio a sus males.
En Venezuela se rinde culto a una Diosa, a la feminidad, a la mujer hecha poder. Una diosa que por encima de la representación católica femenina, Virgen María, se entrona para ser el Poder Absoluto, o ese Dios masculino, del cual nos hablan muchas otras religiones. Así, ..." por una vía sagrada, la mujer es elevada al poder y todos los espíritus masculinos que aparecen en el culto, están subordinados a ella" y agrega Martín..."el culto de María Lionza pareciera estar vinculado a la necesidad de reivindicar ideológicamente a las personas que sufren alguna forma de marginalidad social". (Martín, 1990: 9 ).
En este caso, se quiere exaltar a la mujer y aminorar el papel que como representante del Ser débil, se le ha otorgado históricamente, Sin embargo, aunque tal marginalidad existe de facto, se observa que esta lucha ideológica parece haber sido un aspecto común de los pueblos que han sufrido algún tipo de discriminación socio-religiosa. Se puede decir que, el mito de María Lionza, va mucho más allá de lo que meramente se conceptualiza como religión, por cuanto, éste asume la confrontación ideológica de las clases sociales en su connotada polaridad, dominados y dominantes.
Particularmente, se identifica con los dominados o marginados, quienes despliegan formas imaginarias o mágicas para darle configuración y estructura a los significados de la vida cotidiana o étnica, que pulsan por hacerse evidentes. Y deja traslucir la personalidad de los dominadores, quienes ejercen su poderío a través de la imposición de componentes que son específicos de sus culturas o contextos, a objeto de que tales pulsiones naturales, no puedan ser liberadas, sino que sean reemplazadas por las nuevas creencias, que él, el dominador, impone como parte de su ritual de dominación transcultural.
Es así, de esta manera, y, por medio del ritual mágicos-religioso como el pueblo - mujer - ha resuelto imaginariamente el conflicto de la dominación de..." una clase por otra, aceptando, al parecer, con más tranquilidad poseer ,de hecho, una estructura social de tipo matrilineal, en la cual, sin embargo, el ideal del Yo es el "Macho".(Martín, 1983:215).
Este señalamiento evidencia la tesis de un antagonismo cultural, que nos coloca en forma por demás determinante, frente a una sociedad que aunque machista en forma, está guiada por una práctica mítica, Culto a María Lionza, regida por patrones psico-religiosos preeminentemente femeninos, plasmados en cada una de las expresiones más simples de nuestra venezolanidad, y que testimonian de manera fehaciente la gran fuerza de la maternidad mítica depositada en la naturaleza ancestral de la gran Madre María Lionza.
La eficacia simbólica, inherente a la reconstrucción y puesta en marcha de este mito étnico-materno deja abierta la posibilidad de un re-encuentro y reconciliación de nuestro pueblo con su desaparecida IDENTIDAD y con la MADRE PATRIA VENEZUELA.
MANIFESTACIONES DE LAS CREENCIAS MÁGICO RELIGIOSAS EN TORNO A MARÍA LIONZA EN EL ÁMBITO DE LAS ARTES.-
El compositor Ruben Blades hizo sus galas a la Reina de Sorte al componerle una pieza musical que se ha hecho de obligatoria escucha en los días festivos en Sorte.
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