domingo, 24 de septiembre de 2017

Ante el mito de María Lionza, el hombre venezolano aliena su poder y se somete.-


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Por: La Dra. RAIZA N. JIMENEZ
         Etno-Psiquitra



Había oído hablar de Sorte. (¿Quién en Venezuela no lo ha hecho?)… una Montaña de Yaracuy, plena de leyendas fantásticas, que van de lo increíble a lo someramente creíble… Sorte, trono de María Lionza…La Reina Madre… Venezuela…alrededor de la cual se han tejido variadas versiones…

He de confesar que sentí conjuntamente con el temor natural del que se enfrenta a lo desconocido, curiosidad y deseos de adentrarme en ese misterioso mundo de lo mágico-religioso. Tuve miedo de participar o vivenciar el hecho, más aún cuando se esperaba de mí no sólo la participación del visitante creyente sino la traducción de mis vivencias e impresiones, a la luz de hipótesis preestablecidas en el contexto teórico-práctico de la Etnopsiquiatría.

Hoy pretendo a través de estas breves líneas darle cuerpo a las innumerables vivencias y aprendizajes obtenidos como producto de todo lo acontecido allí y de las lecturas y charlas referidas al tema en cuestión.

En este sentido, intento analizar y articular el hecho observado, “Culto a María Lionza y sus diferentes Cortes” dentro de los aspectos teóricos-rácticos que sirvan de base al enfoque Etnopsiquiátrico Complementarista, desarrollado por George Devereux (1972) y, ampliamente manejado en Venezuela por el Dr. Gustavo Martin (1983-1990), quien a través del análisis serio de los mitos y creencias mágicas religiosas de nuestro pueblo, ha penetrado en la idiosincrasia del país, aportando en sus investigaciones, una fundamentación teórica que permite abordar el fenómeno de la aculturación antagonista y sus influencias en la vida cultural venezolana en forma clara y extensa.

En Venezuela, a lo largo de la colonización y en la actualidad, la cultura ha sido –y es sometida- a un proceso de adopción constante de elementos extraídos de otras culturas. Estos elementos, en algunos casos, se contraponen con los elementos culturales existentes en la nuestra. A este proceso se le ha llamado aculturación antagonista.

De esta forma, la historia mágico-religiosas autóctona representada por el mito a María Lionza, en contraposición, o mejor dicho, integrada a elementos religiosos característicos del Culto Católico prevaleciente en nuestro pueblo, nos enfrenta a lo que se ha llamado sincretismo religioso. En este fenómeno se puede observar que convergen en yuxtaposición la herencia cultural étnica o cotidiana que nos identifica con la adoptada de otras culturas en el proceso de aculturación antagonista, también llamada transculturación.

Así observamos, que en este sincretismo, se puede indiferencialmente, rendir culto a la Virgen María, San José, Negro Felipe y, Otros. Este hecho hace pensar que, en un afán de perseverar lo propio, el hombre venezolano decidió adoptar los contenidos, pero no la forma de los elementos de la transculturación religiosa. Un ejemplo de este hecho es que un altar en el cual se le rinde culto a María Lionza. Podemos también encontrar a la Virgen u otra Virgen que representa la religión Católica que se implantó con la colonización.



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Respecto a este punto, G. Martin (1983): págs. 202-204) expresa que… “en Venezuela los elementos mágico-religiosos constituyen el elemento significativo de la ideología cotidiana, denominada por Devereux: “Carácter étnico”. Así, nos enfrentamos al hecho de que existe realmente una convergencia solapada de dos mensajes contrapuestos: uno normativo y otro valorativo. Esta circunstancia hace pensar en una doble racionalidad expresada en una conducta que es contraria a la norma, pero que posee un alto significado valorativo, pesando en la mayoría de los casos, más lo valorativo que lo normativo.

Refiriéndose al hecho mágico-religioso, Gustavo Martin refiere que en Venezuela, como producto de la dominación colonial,…”la religión como ideología encubridora se opone a la religión como representación de la realidad” (Op. Cit., págs. 202-204). En esta expresión, podemos entrever que realmente existe una contradicción u oposición en el mensaje, lo cual ha sido resuelto por el hombre venezolano otorgándole una significación diferente a lo religioso, a manera de adaptarlo a su realidad social. 

Es importante señalar que, este fenómeno no sólo se ha dado en nuestro país. Así encontramos que… “entre los pueblos Caribeños receptores de la esclavitud negra en tipos de la colonia, los cultos a deidades africanas se mantuvieron latentes mimetizados en la supuesta adhesión de aquellos hombres a la religión Cristiana” (“Collage” El Diario de Caracas – Caracas, lunes 11 de marzo 1991, pág. 51). Como consecuencia de este hecho y para satisfacer una necesidad real, el venezolano apela a lo imaginario –Mito de María Lionza- dándole fuerza y respuestas a sus significantes, a través del culto mágico-religioso.

Nos parece pertinente, a fin de esclarecer aún más el análisis que venimos desarrollando, hacer referencia a lo observado y vivido en Sorte, ya que se corresponde con la doble racionalidad expresada anteriormente.

Al arribar al escenario Yaracuyano, sitio licito para llevar a cabo el culto mágico-religioso, nos topamos con un sinnúmero de imágenes simbólicas, entre ellas: María Lionza, Virgen María, Negro Primero, Indios Vikingos, Simón Bolívar, Héroes Nacionales y otros, no menos importantes, según las preferencias y creencias. 

Ahora bien al parecer tales imágenes se asumen, a objeto de poder dar rienda suelta a las pulsiones étnicas que luchan por emerger. Sin embargo, es importante indicar que para que estas pulsiones se desencadenen, debe existir un clima que garantice cierta seguridad social de los participantes.


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Dicho clima ha sido proporcionado por el sincretismo religioso asumido y practicado por el venezolano, con el fin de canalizar las necesidades existenciales de pertenencia y la búsqueda de respuestas o soluciones rápidas a los significados que lo acosan. Estos significados, realmente, encuentran eco inmediato en esa relación imaginaria (vivida como real) del hombre con el Ser Supremo. El cual, en este caso, está representado por las diferentes imágenes de corte religioso asumidas. En esta relación, el hombre común establece un dialogo de tú a tú con el Chamán. Brujo o Sacerdote que, en ese momento, representa al Todopoderoso y es la Deidad.

…”Al Chamán se le considera como un brujo o un hechicero que componía extrañas pócimas y ungüentos. Y cuya forma de expresión verbal la hacía a través de un lenguaje mágico mítico”… (Wolfang Schamodbaver. 1973, p. 25).

Como bien apunta Miguel Ángel Lovera (1988), se pone de manifiesto la eficacia simbólica, donde el Curandero Chamán, realmente, cree en la eficacia de su saber y el enfermo o paciente cree en el poder del curandero para darle significantes a sus significados.(p. 53).

…”Aquí tenemos un ejemplo clásico de influencia sugestiva en el cual el enfermo cree firmemente que el mago le va a sanar y, este, revestido de toda autoridad que le confiere su sagrado ministerio, le anuncia que sus dolores desaparecerán”… (Schmidbaner, Ibíd., p. 26). 

De esta manera, se suceden las curaciones en Sorte, donde un individuo llamado “Materia” es posesionado por un “espíritu” que habla directamente con el enfermo o persona que quiere consultarse, dándole una respuesta de su mal y algún medicamento que hará el milagro.

Por supuesto que, este intercambio o acceso del hombre al Dios, se efectúa en un contexto o ambiente muy particular y durante el desarrollo de un ritual. Por ejemplo, en Sorte se monta un altar en honor a las deidades con las que el Chamán se comunicará; así mismo, se toman las previsiones materiales que incluyen velas, pólvoras, flores, frutos, tabacos, colonias, esencias, etc., y se acondiciona un espacio físico que permita el desarrollo de actividades ritualísticas, tales como despojos, velaciones, lectura de tabaco, posesiones, invocaciones, etc. 

Refiriéndose a este ritual, Schmidbauer (ob. cit., p.38) dice que… “El enfermo es curado en medio de una lucha teatralizada o gracias a la intercesión conminatoria del Chamán cerca de los espíritus invisibles”.

Otro aspecto, que vale la pena destacar, es que en esta relación Chamán-Dios, existe un intercambio material, representado por las diferentes bebidas alcohólicas que exige la supuesta entidad que se posesiona de la materia, para poder dar respuesta a las exigencias de los consultantes y, en muchos casos, por el simple hecho de hacerse presente y compartir con el público.

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“El Chamán, en este momento, tiene que representar personalmente el papel de los espíritus tutelares, ser capaz de convertirse en pájaro, culebra, león; fingir desmayos, sufrir ataques de nervios, provocar vómitos en su propio organismo y entonar cantos mágicos”. (Ibíd., p. 41).

Nos interesa dejar en claro que, no cuestionamos en ninguna forma el hecho narrado, simplemente, reconocemos que se da de esa forma, y nos hacemos eco de los testimonios que apuntan a la curación en masa o individual de los creyentes.

En este orden de ideas y siguiendo la tesis de la doble racionalidad, es importante resaltar que, ciertamente –y según lo expresa Gustavo Martín- el mismo mito de María Lionza es una inversión de las mismas versiones y significaciones el mito encontrado en otras culturas. Así, la mujer considerada tradicionalmente inferior y profana, “adquiere en el mito venezolano las características de la fertilidad y el poder político ubicándosele también en el Mundo Sagrado” (María Lionza: págs. 9-12 – Mimeografiado). …”El culto de María Lionza pareciera estar vinculado a la necesidad de reivindicar ideológicamente a las personas que sufren alguna forma de marginalidad social” (Ibíd., pág. 9) 

En este caso, a la mujer y la visión que como ser débil, ha imperado históricamente. Sin embargo, aunque tal marginalidad existe de hecho, se observa también que, esta lucha ideológica parece haber sido un aspecto común de los pueblos que han sufrido algún tipo de discriminación religiosa y social.

Vale la pena reseñar que por ejemplo en Cuba, …” debido a la discriminación oficial por motivos religiosos, el culto se realiza en el hogar”… (El Diario de Caracas, Ídem).

De esta expresión, podemos extraer que el mito va mucho más allá de lo que meramente es conceptualizado como religioso y que éste, ciertamente, asume la lucha ideológica de las clases sociales dominantes y dominados, donde los dominados utilizan la forma imaginaria o mágica, a través de rituales para darle configuración y estructura a los significados de la vida cotidiana o componente étnico; y los dominadores ejercen su poder para imponer los componentes que les son propios, …”Por una vía sagrada, la mujer es elevada al poder y todos los espíritus masculinos que aparecen en el culto, están subordinados a ella”. (Martín, Ídem).

De esta manera, a través del mito, el pueblo ha resuelto imaginariamente el conflicto de la dominación de una clase o etnia por otra, aceptando al parecer, con más tranquilidad la contradicción de poseer “una estructura social de tipo matri-lineal, en la cual, sin embargo, el ideal del Yo es el “macho” (Martin, 1983 b., P. 215).

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Este señalamiento es evidencia de un antagonismo cultural, que ha sido puesto de manifiesto a lo largo de esta disertación, colocándonos de esta forma determinante al frente de una sociedad que, aunque “machista” en forma, está regida por patrones psicológicos preeminentemente femeninos.

Tal hecho, favorece significativamente la formación de un “Super Yo”, cuya resolución Edípica presenta fuerte tendencia “machista”. Todo esto, por supuesto, es una respuesta al patrón femenino que le ha sido impuesto al hombre a temprana edad, por la madre (mujer o mito) y que, él ha hecho suyo, en la expresión manifiesta de una conducta que es pasiva, y cuyo referencial social –según ha señalado reiteradamente Martin en sus charlas- ha sido la internalización de la creencia de “La India buena violada por el Español Malo”.

Tal internalización sugiere el desarrollo de complejo de culpa cuya resolución, a nuestra manera de ver, solo puede ser canalizada en la adopción de una conducta aparentemente masculina –con matices de dominación sádica- hacia la contraparte mujer, quien de hecho, ostenta psicológicamente el poder real. Esto lo hace, como vía para restaurar un equilibrio mitológico o de resolución Edípica de curso natural, que no se logró.

Sin embargo, imposibilitado por un rito o culto de denominación femenina, aliena su poder y se “somete”. 
En este sentido, se convierte en objeto del masoquismo internalizado en la mujer “violada” por el hombre malo, recibiendo de esta manera los beneficios secundarios o ganancias que le proporciona esa dominación. El hombre, así visto, acoge esta dominación viviéndola con el característico facilismo del que no tiene que asumir la responsabilidad del cambio, por cuanto su destino es su destino…

Según señala de nuevo, a este respecto Gustavo Martin: “Podemos decir que el sometimiento es una forma de favorecer las manifestaciones edípicas pautadas culturalmente… (Ibíd., p. 218).

Pareciera que el hombre ha llegado a la conclusión de que si asume lo pautado por la cultura tiene (aparentemente) mayor posibilidad de subsistir sin resistencias sociales. Esta dinámica, adaptativa, opera en la conformación del sistema de relaciones Líder-dominado-destino-pasividad, donde en consecuencia y a causa de un complejo de Edipo resuelto de forma invertida, la dominación tiene libre acceso y, por demás, el líder-macho por excelencia, tiene el respaldo normativo y afectivo de la comunidad.

Todo este proceso pareciera indicar que esta “permitido” violar la norma y de esa forma burlar el dominio del Líder. Para tal fin, se despliega una gama de conductas incorrectas que ameritan doble sanción: Valorativo-Normativo. Este aspecto ha sido desarrollado ampliamente en sus investigaciones sociales por Linton y, luego, retomado por George Devereux (1977), quien señala que pareciera que el grupo le dice al individuo “no lo hagas pero si lo haces, es preciso que lo hagas como te indico” (p.p. 56-57). O, si lo llegas a hacer, hazlo de manera que nadie se entere.


Así se le permite infringir la norma siempre y cuando lo haga de forma solapada, que no ponga en evidencia su infracción. De esta manera, con la “trampa” puede evadir la sanción o normativa socialmente impuesta…

Este mecanismo, defensivo-culposo y triunfal, es el utilizado por el venezolano y expresa el acontecer conductual del hombre venezolano y pone de manifiesto su doble racionalidad. 

Por otra parte, esta doble racionalidad muestra a una sociedad con graves conflictos psicosociales, los cuales al parecer no encuentran una respuesta válida y rápida, a través de los mecanismos normativos y valorativos socialmente establecidos por el Estado o el orden legal.

De allí, entonces, que el hombre busque desarrollar mecanismos defensivos que lo ayuden a evadir y aminoren, en cierta forma, la angustia a la cual está sometido por su cultura y el despliegue de la misma en los sujetos sobre los cuales ejerce su influencia formativa, dogmática y activa.

De esta manera, intenta, el venezolano, de manera inconsciente, preservar su personalidad de desarreglos y deterioros que degeneren en enfermedades o en trastornos neuróticos de índole diversa.

Según la Teoría Complementarista, estos trastornos psíquicos surgen como producto del conflicto psicológico interno del hombre, cuando tiene que enfrentarse a un ideal-valorativo y a una norma impuesta. El continuo choque de “norma versus valor”, puede desencadenar el surgimiento de fuertes stres, locura, neurosis de diversas indoles y conductas atípicas.

Otro factor, no menos importante en la formación de conductas patológicas, son los procesos de aculturación violenta, ya que “…toda neurosis o psicosis implica una exploración sistemática de rasgos culturales con fines psicopatológicos” (Ibíd., p. 261).

En este sentido, reconocemos que el hombre venezolano no es una excepción y, en el análisis que ha caracterizado este trabajo, nos atrevemos a afirmar que, por el contrario, sufre graves trastornos de personalidad como producto de una aculturación antagónica, inversión de valores míticos (Mito María Lionza), resolución del complejo de Edipo invertido y por una dependencia socio-económica aún no resuelta.

Ante esta realidad y ante la importancia humana que para los venezolanos significa entender estos procesos, el acto mágico religioso, ha sido hasta ahora la salida más plausible y a la mano de nuestra sociedad.


A propósito de esta creencia, el famoso músico panameño Rubén Blades, le rinde homenaje a la Reina de Sorte y  compuso una canción en honor a María Lionza.
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Publicado en Revista “CABALA”.

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