Por: Dra. RAIZA N. JIMÉNEZ
“Así como hay organizaciones sanas, también las hay
depresivas, histéricas, obsesivas, hipocondriacas, paranoides, esquizoides,
maniaco-depresivas; y cada una de ellas presiona a sus miembros para modelarlos
según estos patrones” (Estrada, 1978: pág.
64).
Sin
lugar a duda, esta tendencia a presionar sobre sus miembros en un intento, casi
obligante, de llevarlos a la despersonalización,
o de simplemente, llevarlos a la adhesión
incondicional, despojándolos de su
voluntad, es uno de los factores que identifica la enfermedad o patología
de las organizaciones.
Este
hecho, ha sido explicado por varios autores entre ellos FROMM (1977), BERNE
(1978), STEINER (1978), JAMES (1980), como un signo de debilidad, inadecuación, inseguridad, inmadurez y
enfermedad de las personas que detentan el poder o autoridad sobre otros individuos sujetos por cualquier deficiencia de tipo económico, emocional, moral o ético..
Planteado
así, podría decirse entonces que, toda organización, cuyos dirigentes,
gerentes, jefes, líderes, etc., presentan las características que han sido
tipificadas para identificar enfermedades de corte patológico,
indefectiblemente, estaría ubicada en la categoría de organizaciones desorganizadas.
En
este sentido, enfermedad,
desorganización e ineficiencia, son considerados sinónimos, no solo en significado, sino en la repercusión negativa
que sobre la designación de cualquier organización ejercen.
Refiriéndose
a este aspecto, Rodríguez Estrada,
señala que “como consecuencia de lo anterior, surgen lideres informantes y
grupúsculos; sectarios y prepotentes; la necesidad de aparentar trabajo y
realizaciones; etc. El cuadro general es
un panorama de neurosis y de ineficacia” (Estrada, 1978; pág. 65). Además se ha evidenciado que el proceso que
se genera en organizaciones como las descritas, suele ser cerrado y
desplanificado; con objetivos que obedecen al interés personal del ejecutor,
mas que al beneficio o interés de la Empresa o del Colectivo.
“Ejemplo
de ello puede ser un departamento de una Universidad o un departamento de
producción en una fábrica, interesados ambos, en su propia supervivencia y fortaleza,
mas que en el desarrollo total de la Universidad o de la fabrica” (Estrada,
1978; pág. 58).
Por
otra parte, vemos que en las organizaciones con mayor sentido de lo que
significa la eficiencia, los dirigentes se preocupan menos de las
satisfacciones personales, “venidas de un pequeño séquito de seguidores
fieles y más de los papeles especializados de evaluar y aumentar la capacidad
de la Organización”… (Katz y
Kalin, 1985: pág. 116).
Se
produce entonces, un proceso mediante el cual una empresa liderizada por
individuos ansiosos de poder, sólo tendrá como objetivos, políticas y
decisiones, aquellas que garanticen el afianzamiento y engrandecimiento de
ellos, más que el esperado crecimiento y beneficio de la Institución. Está
bastante claro, que la problemática del fenómeno sanidad o insanidad de
cualquier empresa, guarda relación directa con las líneas de mando y el tipo de
gerencia que éstas ejecuten.
En las estructuras constituidas por
Jefaturas de corte Monárquico o sistema de Jefe único y Burocrático donde el
poder se ejerce desde los escritorios, se combina la patología, haciendo más
severo aún el progresivo deterioro al que se ven sometidas estas empresas.
El
poder, así descrito, es usado con la perversión y el sadismo del que pretende
esconder su patología narcisista y su debilidad, en la dominación del
otro. “El placer del dominio completo
sobre otra persona… es la esencia misma del impulso sádico” (Fromm, 1977, pág. 30).
Dicho de otra forma, el jefe dominador
intenta con la adopción de posturas de fuerza, defenderse de las debilidades
que le son propias, para lo cual, en su incapacidad de crear, sólo puede
destruir. Según Fromm, “Destruir vida requiere sólo una cualidad:
el uso de la fuerza”… “El individuo que
no puede crear quiere destruir” (Fromm, 1977: pág. 29).
En esta misma línea de pensamiento,
Steiner señala: “Los hombres menos creativos tienden a ser más autoritarios que los
hombres genuinamente creativos” (Steiner,
citado por Estrada, 1978: pág. 111).
Cabe destacar, que por la conducta
desplegada por un jefe, cuyo modelo gerencial y de liderazgo, está encuadrado en una
categorización de orden Monárquico-Burocrático,
ostenta la tendencia natural a repetir patrones de conducta similares a los
actuados por sus padres o personas significativas en su vida familiar temprana.
Dichos
patrones, en gran medida, han sido copiados e integrados; y ahora, en la vida
adulta, pasan a constituir los guiones o argumentos de la vida familiar,
trasladados a la empresa. De esta forma,
el argumento de vida, adoptado en la niñez, se transfiere al escenario
empresarial, y con él se transmite también el mensaje patológico inscrito en el
mapa personal del gerente; quien obviamente, intenta con el modelaje e
imposición obligar al personal a su cargo para que su argumento se reproduzca.
Al
respecto, Roberto Kerte’sz nos señala:
“A través de la historia observamos como
el vinculo Padre-Niño se mantiene rígidamente en la familia, no importa cuál
sea la edad o condición de los vástagos”… “En nuestros días estas estructuras
aun persisten”… “Afianzados por las leyes y la tradición”… (Kerte’sz, 1978;
pág. 146) y en el caso de las empresas se observa que existe la tendencia a
repetir esos modelos o patrones de comunicación en la ejecución del rol
gerencial.
A
objeto de dejar más aclarado este punto, hemos considerado interesante citar los
estudios de Reddin (Reddin citado por Kerte’sz, 1978; pág. 140) sobre los líderes
efectivos e inefectivos, para lo cual, el autor toma en consideración el grado de
“Okness” y NoOkness” de los sujetos y la actitud ante las tareas y las
relaciones con otros.
Este
estudio demostró que los líderes inefectivos son aquéllos cuyas posturas ante
la vida oscilan entre: Tú estás Mal y Yo
estoy Bien a nivel social. Sin embargo, a nivel interno, la relación es: Yo estoy mal – Tú estas Bien.
Este patrón de conducta es expresado
en acción, resultando que en la práctica surge un liderazgo que asume toda la
carga patológica de un adulto, cuyo argumento
de vida ha sido contaminado por un Padre Critico (“NoOk”).
Esta
patología conlleva a un modelo de gestión que por remembranza de experiencias
vividas y fijadas en la niñez, se repiten en la adultez con el sello de la
ineficacia típica de la inmadurez.
Otro
aspecto, que es de resaltar en este estilo de ejecución, es el hecho, de que en
estos gerentes se desarrolla una marcada inclinación hacia patrones
dictatoriales.
De hecho, la gerencia, por ellos
desplegadas tiende a la descalificación de las iniciativas de los subalternos,
la persecución, rivalidad, centralización; etc.
En este sentido y con ánimos de aclarar, citaremos dos autores: “Aquí surgen de nuevo dos posibilidades; una, que se concentren en
servir a su grupo; otra, que desarrollen rivalidades intergrupales hasta el
punto de percibir a otros departamentos de la misma vidriera como
enemigos. Es fácil imaginar las
tensiones adicionales que surgen de semejante estado de cosa” (Katz y Kahn,
1985: pág. 33).
El
argumento anterior, es sumamente peligroso, si se toma en cuenta que los
resultados obtenidos en la investigación antes citada, señalan una tipología
gerencial que oscila entre ser efectivo o inefectivo. De esta manera, se le otorga al gerente el
peso o responsabilidad con relación a la productividad y sanidad de la empresa
que dirige.
Desde
este punto de vista, podríamos decir, entonces “…Si el gerente esta OK, invita
desde su rol de líder a “estar OK” a la gente bajo su influencia. Pero si él (ella), no está OK, es difícil que
sus seguidores o grupo pueda durar mucho tiempo OK. En este caso, arruinara o perderá a los
integrantes más valiosos del grupo y se entrara en juegos psicológicos. En el área laboral, cumplirá deficientemente
sus objetivos específicos: satisfacción y productividad. Gran parte de la energía y tiempo disponible
se disiparán en el campo de transacciones patológicas” (Kerte’sz, 1978: pág.
38).
Tal
imagen negativa del gerente, resalta más al ser vista a la luz de la
sobrevaluación que se hace del gerente, cuya gestión es realmente efectiva en
términos de producción y de hecho, esto es así.
Con relación a este aspecto Roberto Kerte’sz,
en su análisis de las conductas de líder considera que, todo individuo puede
desarrollar su potencial utilizando sus estados del Yo en plena
congruencia. Así afirma lo siguiente: “...existe
una relación directa entre la efectividad de una empresa u organización y el
porcentaje de transacciones Adulto-Adulto entre sus integrantes”. (Kerte’sz,
1978: pág. 38)
Por lo tanto, una persona cuyo Yo Adulto
esta tan contaminado que no le es posible establecer transacciones laborales de
persona Adulta a persona Adulta, no debería bajo ninguna circunstancia, jugar
“el juego de Gerente”, por cuanto, los resultados son altamente
previsibles. El caos de la Empresa.
Sin embargo, los rasgos negativos y
su influencia en los resultados finales de una acción, pueden variar, siempre y
cuando, el Líder “se dé cuenta” e internalice que es una persona con
deficiencias. Y, sobre todo, susceptible de llevar a
cabo cambios posibles y generar cambios en otros.
La gerencia es un arte, de alto calibre, se nace con tendencias al liderazgo, pero se necesita mucho más que inclinación, para liderar, se requiere de información, formación y práctica.
REFERENCIAS:
ESTRADA, Mauro: Psicología de las Organizaciones,
México, Editorial Trillas, 1978.
KATZ, Daniel y Robert Kalin: Psicología Asocial de las
Organizaciones, México, Editorial Trillas, 1985.
FROMM, Erich: El Corazón del Hombre, México, Fondo de
Cultura Económica, 1977).
KERTE’SZ, Roberto: Analisis Transaccional en el
Desarrollo de las Organizaciones, Argentina, Editorial Connatal, 1978.
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