“…Cada hombre es un universo
para sí mismo y es sólo
su propia finalidad.”
Erich Fromm.
Estuve revisando mis apuntes y nuevamente, me tropecé con algo que llamó mi atención; ese algo se refiere a un viejo, pero interesante tema que, aún conserva su vigencia, en especial, cuando se lo analiza a la luz de la catástrofe que está teniendo lugar en Venezuela. Situación esta que, me atrevo a tipificar de crítica, en sus aspectos multidimensionales; entre los cuales, asumiré, para desarrollar este trabajo, la tesis del desencuentro fraternal inducido, con fines inconfesables.No obstante, con gran tino por parte de las facciones del poder establecido. Es de hacer notar que tal fenómeno -lucha entre hermanos- ya tiene casi dos décadas de desenlace. El tiempo que lleva el gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros, respectivamente. Ambos, han manipulado y utilizado como maniobra la aplicación de un maniqueísmo vulgar, que llevado al extremo, les ha dado buenos resultados, por ahora. Todo este plan está en manos de aquellos que intentan fomentar y radicalizar la enemistad entre hermanos de suelo y hasta de sangre. Plan este que conviene en colocarlos como tontos útiles, en los extremos de una realidad insufrible y a la cual la han bautizado con el nombre de: relación irreconciliable.Sumado a esto, se ha revitalizado, actualizado pues, la vieja consigna que reza: “Divide y vencerás”.
Esta delicada situación, se relaciona con
el acto de apropiarse de la voluntad del otro. Todo ello, enmarcado en el
accionar que tienen los guiones de las dictaduras y gobiernos fascistas, que muchos pensamos, se habían extinguido del planeta, pero no es así. Los aspirantes al poder, se
visten de demócratas y acuden a elecciones con un tinte democrático y una vez juramentados
para asumir sus respectivos cargos, juran
y perjuran respetar las convenciones
internacionales y nacionales. No obstante, una vez que asumen sus perentorios mandatos, con
el compromiso de respetar, en todas sus
partes, los derechos humanos de los ciudadanos a su amparo, traicionan su obligación. Se les olvida o
echan al cesto de la basura, la responsabilidad que detentan mediante la palabra empeñada
y el compromiso legal que tienen con todos los ciudadanos y las instancias
garante de la libertad en el mundo. Y es que, los mandatarios, no son para
mandar solamente, ellos deben de “deber”, respetar las convenciones suscritas tanto internas como internacionales del país que lideran.
Aclaro esto, despojándome de la
acostumbrada ingenuidad y, con ánimos de refrescar lo que, para el universo entero significó el Juicio de Núremberg. Pensé que saber, conocer y vivir -lo que fue la Segunda Guerra Mundial- podría demarcar claramente
los derroteros de una humanidad más
humana y que las penalizaciones - algunas de muerte- en contra de los
criminales de guerra, se habían aprendido como sucesos ejemplarizantes.
Esperaba, así mismo, como creo esperan todos los ciudadanos que, se respeten
las leyes que protegen la integridad de los seres humanos y más aún, sus vidas.
Pues bien, al parecer, algunos mandatarios aún no han aprendido la lección de horror que
dejó el Holocausto, promovido por Hitler y los otros dictadores del momento. Sin
embargo, la ignorancia expuesta, no es en ningún caso, excusa para las faltas cometidas y
menos, para un delito irreparable como lo es el de dar muerte o incitarla en
contra de sus congéneres. Hay delitos que no prescriben y, este es uno, el más
grave e irremediable, por cierto.
Con esto aclarado, vuelvo al hecho que me ocupará: Venezuela: y la
dramática situación, en torno a la violación reiterativa de todos los
derechos humanos de sus ciudadanos. Por lo cual, he decidido, en esta exposición, abordar la violación
de estos derechos fundamentales, mediante la figura
de dos elementos cruciales presentes en los proceso de esclavización de la
voluntad de los ciudadanos. En este caso, en particular, abordaré este delicado tema, tomando como eje
fundamental el esclarecimiento de los roles o papeles que asumen los individuos
en la dura tarea de vivir y de habitar en este suelo llamado Venezuela.
Comenzaré por precisar el análisis de los
roles de la dupla dominador-dominado y, también, por definir los roles de la víctima y el victimario que, se asumen
como parte de la dinámica social, emocional y política del país.
He de señalar que, en esta
estructura sociopolítica venezolana, las presiones venidas desde las fuentes del poder,
surgen mediante imágenes, consignas, emblemas, frases hechas, asociaciones
épicas, ritos, símbolos, promesas y grandes amenazas que llevan implícita la
acción mediante dádivas, sacrificios y
chantajes que pretenden,encubrir o solapar una dinámica de fuerza ejercida, desde
los más altos niveles de gobierno, utilizando como brazo ejecutor de tales
fechorías: a las Fuerzas Armadas, Cuerpos Policiales, Colectivos armados con el
propósito de atacar a la oposición, constituida por venezolanos de a pie y, conculcarles todos los derechos constitucionales que les otorga la Carta Magna.
En tal sentido, estos ejecutores de
delitos, algunos de lesa humanidad, son incondicionales al gobierno- son el gobierno- y cometen sus agresiones, a pleno día y frente
a los cuerpos de seguridad, sin un ápice de pudor, ni ningún tipo de restricción
ejemplarizante, por parte de los organismos que debería ser los garantes de la seguridad ciudadana y nacional, ya que su deber, es el de proteger y
frenar cualquier manifestación o acción que ponga en peligro la vida de un venezolano y/o de sus instituciones.
Estos comportamientos y acciones
delincuenciales han ido en aumento bajo la figura permisiva de la plena
impunidad, por parte del gobierno.
Por ello, cada vez son más comprometidas y graves las agresiones que se
ciernen sobre la humanidad indefensa de los
ciudadanos y parlamentarios, que sufren agresiones y atentados a su vida,
frente al poder gubernamental que se hace la vista gorda, ante los ataques de
estos hombres y mujeres, convertidos en maquinarias de guerra, que ejercen un poder
bélico, sobre los ciudadanos desarmados
y expuestos. Ciudadanos estos, que sólo pretenden de manera cívica y
libre, con la potestad y el derecho que los asiste, hacer valer los mismos y alzar su voz de protesta ante las recurrentes
violaciones del Estado, representado por el Presidente y sus colaboradores.
Se intenta de esta manera, doblegar a los
ciudadanos y cercenar su libertad de expresión, ante situaciones irregulares
que los afectan directamente. Todo ello, mediante el despliegue de sanciones que
implican castigos físicos, torturas, presidio, expulsión, ostracismo, desapariciones
forzadas y, hasta la muerte.
Hay que hacer notar, que muchos de estos
procedimientos, están prohibidos internacional y localmente, por los instrumentos
legales que rigen la vida, los derechos y deberes de los ciudadanos de una
nación. Es, así que, la censura previa y el castigo corporal mediante ataques físicos
y morales, están considerados métodos abominables y se convierten en una
flagrante violación de los derechos humanos de los ciudadanos comunes. Sin
embargo, habida cuenta que, esto ocurre a pleno día y sin restricciones, cabe
señalar que, entendemos la intención de todas estas malvadas acciones y presumimos que llevan el sello implícito del ataque al ser humano, con el fin de lograr la dominación y
aniquilación del mismo. En este caso, del llamado opositor.
¿Por qué? Porque, se espera, de esta manera, que el
opositor se doblegue y renuncie a sus
derechos ciudadanos y, de esa abyecta forma, podrá acceder a la obtención de un
bien o servicio, que luce justificable, sobre todo en los labios del manipulador
de turno.de esta manera, se implimentan las técnicas de dominación masiva del ciudadano.
Este proceso de domesticación y vasallaje, es muy simple y complejo a la vez, porque se manipula a la persona, siempre en nombre de algo o alguien, cuyos atributos lo hacen merecedor del premio, la fidelidad, la entrega, el sacrificio y, llegado el momento, puede acabar hasta con la vida del servil y/o doblegado en contra de su voluntad.Poniéndose en funcionamiento el triangulo perfecto de
Este proceso de domesticación y vasallaje, es muy simple y complejo a la vez, porque se manipula a la persona, siempre en nombre de algo o alguien, cuyos atributos lo hacen merecedor del premio, la fidelidad, la entrega, el sacrificio y, llegado el momento, puede acabar hasta con la vida del servil y/o doblegado en contra de su voluntad.Poniéndose en funcionamiento el triangulo perfecto de
En este caso, el venezolano, el hombre
nuevo, ese que ha sido ungido con una especie de betún rojo que tiñe de
uniformidad, no sólo sus ropas, sino también su racionalidad, convirtiéndole en
títere de una clase que, en ocasiones, viste costosísimas prendas de color
rojo, de las más selectas marcas; suele pensar que será igual al que lo
pervierte y lo desaloja de su realidad, haciéndole creer que “rojos somos todos”.
Ese “todos”, por supuesto, es una frase hueca que sólo se llena, cuando se
necesitan cuerpos vestidos de rojo, que harán crecer la masa y se sumarán a las
marchas o manifestaciones que ordene el
amo, el Jefe Providencial, para poner de relieve su grandilocuencia y darse el
lujo de mirar desde su altura, a la masa amorfa vestida con su color favorito o representativo del poder.
Este nuevo hombre, destinado a pertenecer
a un novedoso ejército de hombres y mujeres, especie de zombis caribeños, por lo regular
está conformado, por gente de poca formación académica o proviene de un bajo estatus
social o que trae en la mochila un extenso prontuario delincuencial, asunto éste último que, puede ser superado bajo la
promesa de obtener los beneficios monetarios o de valor de cambio,
siempre y cuando, estén incondicionalmente, al servicio del amo. O, en su defecto, bajo el reclutamiento
partidista o interesado de personas con buena formación académica, pero que,
tienen precio, son tarifados y sólo les interesa el ¿Cuánto hay pa’eso?
Pensamos,
que es una de las causas, de cómo algunos ciudadanos agarrados en su buena
fe, son utilizados, como tontos útiles, para los fines más abyectos en contra
de sus hermanos, otros venezolanos, de diferente pensar y actuar con derechos ciudadanos que se violentan con su colaboración expresa.
En estos tiempos, hemos visto con estupor,
como se los califica y cualifica mediante designaciones,
ad hoc, para ser convertidos en milicos- que tendrá como finalidad excelsa el exterminio de los escuálidos, término con que
se define hoy, peyorativamente a la mayoría de los venezolanos, que
provenientes de una larga trayectoria democrática, son conocedores, por práctica y asunción, de sus
derechos republicanos, de los contenidos jurídico y legales que los amparan,
tal como están establecidos en la Carta Magna o Constitución Nacional y, que no
conciben, convivir en un régimen que ha trastocado el orden constitucional,
para hacerse un traje a la medida.
Pero, además, tienen que enfrentarse a estos
personeros tarifados y sugestionados, llamados los soldados de la revolución
armada, en una lucha desigual, con el fin principista de lograr la reconquista
de los derechos conculcados, por el
gobierno de turno. En efecto, los llamados escuálidos, no son otros que la población
mayoritaria de ciudadanos de este país, hoy, convertidos, por mandato
presidencial, y, por sus expresiones
discriminantes, públicas y notorias, en presas de caza y carne de cañón, en las
manos del Ejército de la República y los hombres nuevos, al servicio del gobierno,
similares a los soldados de la Rusia comunista y a los escuadrones de muerte fundados
en la dictadura hitleriana, para perseguir y confinar a la esclavitud a los
judíos y, a cualquier otro ser que estorbara a sus fines mesiánicos.
Pues bien, los hermanos rojos, han sido
influenciados mediante un discurso reiterativo e irreconciliable de odio y
venganza, hacia otros venezolanos, que tienen derechos de origen que los
califica, para compartir y permanecer en esta tierra.
Estos
“soldados” de la Revolución, se han convertidos en arietes del régimen de
turno, entienden y asumen que van a herir, desprestigiar, atacar, robar y
hasta matar a sus hermanos, pero, en su
defecto, van a defender a la patria que, como símbolo difuso, han integrado sin
conocer el sentido real que, en este contexto, encierra este concepto de “Patria”.
Y que, a mi sano entender, no es otro
que la personificación de un sujeto de carne y hueso que, perentoriamente, funge
como presidente del país y ante sus colaboradores se asume a sí mismo, como la
PATRIA. Una patria amenazada, por subversivos escuálidos y necesitada de una guardia
pretoriana, cuyo deber es preservar el cargo y la integridad del mandatario.
Es decir, todo un séquito de revoltosos,
para cuidar a un personaje narcisista y excéntrico, que su afán inconsciente, quizás, de superar- con un plumazo- al menos, por decreto las notables
limitaciones personales y de formación académica y experiencial- que lo
definen, por lo que realmente es- emula
a los romanos en sus dos personajes más caóticos: Nerón y Claudio, creando una ola de represión con el objeto de
imponer a la fuerza su presencia y mandato. Para lo cual torpedea, mediante el
secuestro de los organismos electorales, que deberían estar al servicio de todos
los venezolanos, cualquier posibilidad
de que los ciudadanos, en pleno derecho y cabal uso de sus facultades se
expresen, y decidan- más allá, del circo romano que montan, cada
vez que se intenta dirimir de manera legal, la posibilidad de elegir
democráticamente a sus representantes- si lo aceptan, lo quieren o no. Por
aquello de: "Omnis auctoritas populo est".
Ahora bien, siguiendo con la transformación
de los incondicionales y la gran misión
patriótica, pareciera loable, abonar en ellos, el sentimiento de preservación
de la “nueva” Patria. Pero, el idilio se derrumba cuando vemos, que todo gira
en torno a preservar el poder, por el poder. Al caer la máscara, se dejan ver las costuras y, aquella Patria, por
la cual deberían los “hombres nuevos” luchar y servir hasta la muerte, puede
ser sustituida y, en realidad lo es, por cualquier otro aspecto de envergadura,
que se vincule a cuestiones de antivalor como: dinero, armas, drogas, guisos,
asesinatos, peajes secuestros, sacrificio y heroicidad ficticia, que sirva como
símbolo para engrandecer y atornillar al hombre -amo- trasformado en ser intocable
y todopoderoso, dueño y superhombre irremplazable, que determinará cuál será el
verdadero status de sus seguidores y opositores, estos últimos convertidos de la noche a la mañana en una especie de Siervos de Gleba, al viejo estilo medieval.
Esto es así, porque Él, ahora, es la voz
de Dios, es el que habla en nombre de Todos y Todas. Y, desde allí, entonces, el hombre nuevo
actuará y dirá todo aquello que a
juicio y discreción de su inductor o iniciador, sea lo indicado en el libreto. El nombre de
la cruzada o hazaña, ha de ser algo capitalizable, algo que sea de ejemplarizante
apariencia, contagioso y que no exija compromisos, por parte del demandante,
todopoderoso y merecedor de lo que promueve.
Por ejemplo, en nombre de: mi “presidente comandante”, la Patria. Por ello, se ha de:
luchar contra los enemigos, luchar contra el bloqueo internacional, vencer o
morir, vencer al Imperio, sacrificarse en nombre del progreso futuro. En fin,
luchar hasta la muerte, por obtener algo supuestamente valioso, no
obstante, difuso, que no se tiene ni se
sabe cómo es o será. Una quimera, sólo posible, en el verbo del sugestionador
del ¨Oficiante¨.
De hecho, este trastorno de
despersonalización, se caracteriza porque el sujeto sometido se desconoce a sí mismo, en
un extrañamiento que lo insta a asumir la voz y el mandato de quien lo
representa, en este caso, la voz del amo. Sin embargo, es importante acotar que, para tal fin, es necesario realizar un anclaje, mediante la
introducción de un elemento simbólico o emblemático que sea capaz de promover y vehiculizar, una sumisión simbiótica, la cual no sería posible, sin la promesa
o sin la esperanza de que ese algo esperado, va a ocurrir de la manos del Mesías
de turno.
En el caso, que nos ocupa, podríamos señalar
que, es necesario que el llamado PUEBLO, se funda, se haga uno, con la figura
de autoridad, es decir, con el Señor Presidente. De esa manera, Él, que funge,
además, como Salvador o Líder, logra neutralizar la voluntad del sujeto que ha
sido seducido y sometido, para ponerlo al servicio de intereses, que en un
primer momento, le parecerán suyos, pero que no lo son y, ni siquiera sabe, de
qué va el cuento. Esto es lo que se denomina ¨subordinación simbiótica¨, que a la
larga degenerará en el Síndrome de Estocolmo, donde la víctima se identifica
simbióticamente, con su victimario o agresor.
Ahora bien, esta rendición sorprendente,
basada en la coerción y/o endulzamiento, se da mediante el engaño o cualquier
método de seducción o manejos del poder con fines poco altruistas. Muy alejados del libre
desempeño o desarrollo autonómico de los individuos y confluye en el
sometimiento, aparentemente consensuado, sin serlo, de ese otro que llamaremos,
por el momento, víctima. Acá, en este proceso, se cumple lo establecido, por el Triángulo Dramático
desarrollado por Steve Karpman, muy apropiado para analizar el dinamismo
interno de las relaciones funcionales y disfuncionales que intentamos
explicar.
Este modelo se cimienta en tres patrones
de comportamiento interrelacionados y son: Víctima, Victimario y Perseguidor.
En el caso, que nos ocupa, el perseguidor y el victimario, van a estar
representado por el que somete, quien a su vez persigue y domina. Y la víctima,
por supuesto, por el sujeto sujetado o sometido.
El sometido, también llamado víctima
propiciatoria, en su enajenación, muchas veces, no sabe cómo llegó, dónde está y
tampoco, cómo puede salir del triángulo emocional en el que está sumergido, mucho
menos, tiene idea de lo que significa la ruptura con su cancerbero y, a la hora
de tomar una decisión adecuada, oportuna y voluntaria, le será difícil
asumir responsabilidad por sus actos, sin esperar que la mano del amo, con
fines salvadores, se extienda hacia él. Es de hacer notar, que la ruptura con
ese personaje que domina su vida efectiva simbólicamente, puede degenerar en
una verdadera crisis existencial a causa de un duelo de dimensiones
desconocidas. En muchos casos, los seguidores se han inmolado para seguir a su
líder, mostrando cuadros severos de depresión, tristeza, despecho y dolor. En
fin, viven su pérdida de manera dramática y real.
En estos casos, es preciso entender que estamos
hablando de un individuo cuyo poder de decisión y de vida están sujetas a las
demandas y caprichos de un Otro, que es su “Todo”, irremplazable en su mente y en
su alma. Hubo un proceso de enamoramiento y seducción y, este hecho, cobrará con
sentimientos cualquier alteración en la relación de amor extremo que puede y, de hecho lo hace, llegar hasta la muerte.
Pero, la realidad es otra para el que
promueve la sumisión y esclaviza. Él es consumidor, que da con reservas lo que
sobra. Por consiguiente, es de esperar que
sólo un desenlace fortuito, es decir, un golpe de suerte, puede cambiar la
relación de poder- sumisión. En pocos caso, el sumiso, drogado y adicto, apegado
a su benefactor, se encuentra con otras relaciones espejo, y, podría cambiar
despertando de su hechizo o letargo y cuando
lo logra -si lo hace- conocerá, por sus sentimientos y efectos, a saber:
miseria, desamparo, extrañamiento, ansiedad, tristeza, marginalidad y, otros
males, que algo no estuvo bien y sí muy mal.
En estos casos, no podemos anticipar cuál
síndrome exhibirá, pero de seguro necesitará ayuda conducida para superar el
trauma de abandono y engaño del cual fue víctima. Es lo que se llamará
simbiosis sado-masoquista. Esta emerge de la manera más abrupta, y el individuo
siente que ha sido drogado, influenciado, instigado, engañado, manipulado,
estafado, mediante una jerga, un ropaje cuyo color tampoco escogió, unos
símbolos desconocidos, unos compromisos existenciales y unas necesidades que no
son suyas, es más, no sabe cómo y para qué, las heredó.
En fin, el sujeto-sujetado, objeto de tal atrocidad,
se encontrará con una serie de convenciones, sacadas de la manga por el Mago de
turno y puestas en marcha por los sirvientes de utilerías -otros sometidos- que
son investidos de autoridad, para obedecer y accionar las órdenes del Amo.
Estos sirvientes del poder, hinchados por el dominio transferido, logran,
algunas veces, con efectividad, llevar a las masas hasta las más exuberantes y
excéntricas manifestaciones de histeria colectiva. La histeria que deviene como
resultado de la manipulación de las muchedumbres insatisfechas, que presas en
sus desgracias, ven en estos ungidos, esos que manejan con tono efectista el
dogma patriotero instaurado por el nuevo Dios, la oportunidad de dar cauce a la
inconformidad y frustración que los embarga. De suerte que, la trilogía de la
dominación se consolida en sus roles: Dominador, Emisario y Dominado, o en su
defecto, Victimario, Víctima y Perseguidor
Ahora bien, no obstante, que esta
ecuación es, en apariencia sencilla, no lo es para nada. De hecho, el proceso
es muy intrincado, sobre todo cuando se trata de problemas humanos. Y, es que
no toda la masa entra en el juego de la dominación con la misma sumisión y
convencimiento. Pasado el encanto, los otrora convencidos empiezan a
desplazarse, algunos cautelosamente, otros de manera explícita y escandalosa,
poniendo al descubierto que “El Rey está desnudo”.
De hecho, algunos, que se creen más
afortunados, nunca aceptaron la magia y, mucho menos, al Mago. Sin embargo, no
están exentos de responsabilidad por la debacle que está teniendo lugar, sin su
aparente presencia. Otros, los más afectados psíquicamente, se quedan en una
especie de autismo providencial, esperando que lo prometido por el Dios de
turno se cumpla, bien sea, cuando se desocupe, se entere o le dé la gana.
En ese grupo se encuentran algunos que se tiraron en la aventura sin más nada
que su deseo de jugar al azar. Total, si sale bien sale ganando y si no, no
pierde nada. Algunos, presas de la confusión y el miedo, se hacen invisibles en
su reclusión elegida. También, y son los menos, hay algunos que se quedan para
recoger las migas del botín dejadas por los amos de la francachela, quienes
prestos y ligeros, ya se habrán garantizado un exilio de Reyes en la Isla de la
Fantasía. Por cierto, nunca en la Isla de la Felicidad.
Al llegar a este punto, estaría bien
insistir en el hecho de que la tragedia que se presenta, para la gran masa, la
de los incluidos y los autoexcluidos, es que todos son afectados y sufren las
consecuencias que se desprenden de los desvarío del Poder.
De hecho,
aunque los esfuerzos de aquellos entronizados que utilizan la máxima de:
divide y vencerás, tengan algún tipo de éxito en esta práctica, es el trabajo
mancomunado de los unos y los otros -castigadores y castigados- los que logrará
instaurar el orden y la sanidad en este
tipo de sociedades que se han enfermado en sus intentos de desconocer al Otro,
que al final, es su par y sin el cual la comunidad no podría garantizar una
supervivencia sana.
Por consiguiente, en mi opinión, para
lograr la sanación, Reintegración,
es la palabra mágica. Tal aseveración, cobra sentido si reconocemos que las
sociedades que avanzan deben primero solucionar
sus tragedias mediante las activaciones de esas acciones comunes que los
motiven a unirse. Es de hacer notar, además, que, lo
no resuelto resurgirá cada vez con más fuerza en busca de resolución, como un
reclamo de sana acción. Este ciclo se produce inexorablemente, tanto a nivel de
lo personal, en lo grupal y societal.
En este contexto, hay que poner atención, ante una constante y es, la repetición nueva de problemas viejos. Esto sucede ya que, aunque el
tiempo pasa inexorable, lo no resuelto sigue clamando solución inmediata. Y, sí
se sigue desconociendo esta constante, la situación se agravará con pronósticos
reservados. Es decir, es muy probable que estaremos condenados, como Sísifo, a seguir navegando en el mismo
charco y con más barro que limpiar.
Como estudiosa de la Gestalt y el
Psicoanálisis, comprendo este proceso, ya que uno de los principios de estos modelos terapéuticos señala que: toda Gestalt abierta, entiéndase como: problema,
asunto, situación que no ha sido resuelto oportunamente, lucha por cerrarse y,
cuando no lo logra o no lo hace adecuadamente, afloran de nuevo todos los
síntomas que concurrieron antes, con mayor intensidad y menor resistencia emocional
y/o acentuación en las áreas físico y corporal. Este proceso es parecido, al que se da con las gripes mal
curadas que, se vuelven más resistentes a la cura.Por lo tanto, la consecuencia lógica es que habrá que buscar nuevas
formas de intervenir ante los viejos males. Todo lo cual, nos lleva a apelar a la sanación
mediante metodologías de intervención psicológica o psiquiátrica, tendientes a
buscar las razones y la sanación de los procesos antes citados, tanto a nivel
grupal como individual.
Introduzco este aspecto porque he venido
siguiendo toda la discusión que se está dando en Venezuela, o el Expaís, como acertadamente lo titula el profesor
Agustín Blanco Muñoz, para referirse en contraposición, a la Venezuela de hoy y
la Venezuela de casi 18 años atrás.
La discusión se centra en el mal uso de
los recursos del país, el despilfarro de los dineros y el poco control en la
administración de los mismos. Podemos poner como ejemplo, lo que se llamó: El
caso “Pudreval”, donde se comprobó la pérdida de toneladas de comida, por
efecto de putrefacción, lo que acusa descuido, negligencia e irresponsabilidad de los organismos competentes. En este, como
en otros casos, no hubo responsables.
Ciertamente, el orden trastocado en el que
vivimos, se ve reflejado en las reiteradas protestas de las Universidades,
médicos, periodistas, empresarios, enfermos, pensionados, enfermeras, maestros,
empleados y, todos aquellos que, se sienten desatendidos y estafados en sus
derechos ciudadanos.
Hoy, la crisis se ha agudizado, por la
falta de medicinas, alimentos, servicios médicos hospitalarios, inseguridad,
educación, prestación de servicios como: telefonía, luz, agua, insuficiencia y
mal estado del transporte público, abuso de poder, asesinatos y secuestros
exprés, la pésima situación de las cárceles, de los hospitales y las escuelas; la inadecuada
administración del sistema de justicia, que incluye la
reiterativa violación de las leyes de la república. En fin, la lista es interminable y tendríamos
que declarar la presencia de un caos provocado que amerita la reconstrucción
integral del país.
Lo
paradójico es que, toda esta infructuosa batalla- para estar a tono con el
nuevo léxico del siglo XXI- se está dando en un clima de rivalidad ciudadana,
donde los afectos al régimen atacan e impiden de manera bárbara la libre
expresión de otros venezolanos- simulando muchas veces, trincheras de guerra- que cercenan las justas pretensiones de
aquellos que reclaman los derechos constitucionales que les son propios,
convirtiendo así, a una justa demanda en una lucha de clase o de toldas o de
los ¨buenos¨ de esos que han declinado sus derechos con la esperanza de que Dios
los vea y se apiade de ellos, y, de unos otros, los ¨malos¨, aquellos que
crecieron degustando la democracia y la participación y conocen sus derechos y
reclaman el uso y disfrute de ellos.
Toda esta diatriba, me parece la
repetición de una problemática irresuelta que se ha agravado llevando a las
partes al desespero ansioso que insta a resolver cualquier situación vista como
adversa, en la inmediatez. Lo peor es que, tal fenómeno está motivado por un
desencuentro que anula la posibilidad de una negociación racional, una que
surja como resultado de la discusión de los pares. En fin, lo que estamos presenciando es una anomia que
está estacionada en medio de un forcejeo que raya en la estupidez y la locura y,
que, nos puede llevar al exterminio, de los unos a los otros, mediante una
guerra fratricida, sin sentido humano, pero pa algunos con un alto sentido MATERIAL
Corolario:
La libertad y la autonomía son el
resultado del proceso de haber afirmado la individualidad, a partir de la
relación con los otros. Sin el otro, se hace cuesta arriba, un yo fortalecido, que pueda defender los derechos naturales del ser humano.
Raiza N. Jiménez /Rnj
No hay comentarios:
Publicar un comentario