No tengo dudas que Bolívar, furioso, justo y
luchador, el Libertador, nuestro libertador, está con nosotros. Revelaciones he tenido que,
no me es dado dejar de lado, la más palpable y manifiesta es la de ver a mi
pueblo desalojar el miedo e ir al encuentro de la vileza, hecha traición, con
la firme decisión de vencer el cataclismo de la ambición desmedida de sus
hijos, esos que hicieron alianzas destructivas con el mal, asesinando, robando,
ultrajando, expatriando, esclavizando y envileciendo, con saña, a los
ciudadanos de este suelo y a los menos favorecidos. Todo ello, con intenciones malignas de dominación y
entrega a los eternos enemigos de la patria.
Hasta la memoria de Bolívar ha sido ultrajada, su eterno
descanso se vio violentado por oscuras intenciones y hasta su fisonomía genética
fue distorsionada con la subalterna idea de darnos un Bolívar, zambo,
desconociendo así, su origen de mantuano y su sangre española.
Ya quedó registrado por el historiador Francisco Herrera Luque*, en su libro Los Amos del Valle, quién señaló lo que Bolívar, premonitoriamente, predijo: "Todo aquel que profane mi tumba, tendrá duros sufrimientos, y sus seguidores morirán en lotes.”*
Y al parecer, la profecía se cumplió porque
algunos de los asistentes a la inhumación de los restos de Bolívar se enfermaron
de cáncer terminal o murieron de otras afecciones y, se dice también, que
algunos de ellos están esperando la ida, porque padecen cáncer.
En este momento aciago, para la cuna del padre de
esta patria y para Venezuela entera, veo al pueblo de Bolívar empuñando su espada,
la verdadera, para alzarla contra el enemigo. Es ese pueblo que ayer, venció el
silencio y camina, marcha y corre triunfante en pos de la libertad. Un pueblo,
que vence el dolor de ver como su ejército armado de indecencia y de desvergüenza,
apunta a su cuerpo, las balas destinadas al enemigo.
Tristeza y vergüenza nos invade, pero es menester
avanzar, no sin dejar registro, para la historia, de todos los desmanes, que
este ejército camuflado con extranjeros felones y criminales ha hecho con este
pueblo sagrado. Es el ejército que una vez fue guiado por el padre de la patria,
con la noble misión de ayudar a liberar
cinco naciones, pero que, en estos
momentos, sin honor y sin divisas, niega su naturaleza y se pone de espaldas a
la historia y a su pueblo. Invisibles han sido hasta ahora, las manifestaciones
de deber y justicia que le demandan los galones que ostentan los soldados con honor.
Nuestras Fuerzas Armadas, han sucumbido y en postra lamen las botas del
enemigo, los mercaderes de la patria y,
atacan de muerte a su pueblo. Por menos,
Bolívar ejecutó a Piar. Tiempos de justicia hemos de ver y, que se preparen los que
han violentado el eterno descanso del padre de la patria y. aquellos que con alevosía
y pleno conocimiento, han ultrajado a su descendencia. El castigo fue decretado
por el mismo Bolívar en sus testimonios que antecedieron su partida final. El
destino los alcanzará con el rigor de la ley del más allá y la ley de los
hombres.
Hemos vencido el miedo, por ello en gritos que nos
salen del alma, no pedimos, exigimos LIBERTAD y reclamamos el derecho de nuestro
legado de pueblo libre. Ese legado irrenunciable que Bolívar y nuestros
antepasados nos dejaron en custodia, para honrarlo y hacerlo respetar.
Transitamos el mes de abril, mes emblemático para nuestra
tierra; el 19 de abril de 1810, desalojamos a Vicente Emparan, Capitán General y
representante de la Corona española. Tres años después, Bolívar hace su entrada
triunfal a Caracas. En esta misma ciudad, nos corresponde celebrar con vítores,
el triunfo de los hijos de Bolívar sobre la DICTADURA Extranjera que en estos
momentos nos subyuga.
Se nos acortan las horas, porque en tres días hemos
puesto a corren a los realistas y, en poco tiempo, correrán los traidores y
aventureros tarifados. Es tarea nuestra el rescate de nuestro suelo, que los
hermanos se reencuentren, para liberar el “Vientre Natal”, a VENEZUELA de los
verdaderos enemigos.
Bolívar junto sus escribanos nos dejó registro de
su voluntad, así señaló en juramento lo
siguiente: , “Juro por el Dios de mis Padres, juro por mi
patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi
brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de
los poderosos”.
En este instante, más que en ningún otro, este compromiso
asume la fuerza y la pertinencia que Bolívar
le imprimió en su tiempo.
La espada de Bolívar, reclama justicia para sus
hijos, los venezolanos, y no nos cabe duda que la tendremos, de ello estamos seguros. El momento es
ahora. Es Ya.
Rnj/2017
Me voy a permitir compartir un artículo de la prestigiosa profesional de la Etnopsiquiatría, la Doctora Raiza Jiménez, quien con su alma vestida de misionera de Libertad, nos invita a la inspiración en el Padre de nuestra Patria para que juntos todos acompañemos a nuestros grandes y valientes jóvenes guerreros que en estos momentos cantan himnos de libertad por todas las calles de Venezuela.
ResponderEliminarLa doctora Raiza, escritora a tiempo completo, y dedicada a la enseñanza y al mejor servicio en bien de nuestros conciudadanos, nos trae hoy este artículo muy oportuno en estos momentos, cuando la lucha por la Libertad y la Independencia son una realidad que nos hace recordar el verdadero camino de nuestra historia. Veamos: