Ecos de voces agitadas, corren,
huyen, se van
hacia adelante, al encuentro con la
tiranía...
Hay miedo, pero el valor y el deseo
de vencer
se hace mayor cuando la reflexión del
horror
se cruza por la mente, agitando al
corazón y
agitando al cuerpo, es miedo, se ha
de domar.
Ruidos tenebrosos inundan los
corazones
avasallados de los guerreros. Hay
susto, ira,
dolor, tristeza y, en algunos giros,
cuando la
compañía y el apoyo se acercan,
pueden en
complicidad, sonreír para seguir en
la acción.
Vestidos para la lucha enfrentan el
peligro
de manera novedosa. Versátiles
vestimentas
lucen los soldados de la libertad. No
portan
sofisticados pertrechos de lucha y
sí, fértil
y manifiesta creatividad en la
hermandad.
Juramentos arrancados a la historia,
nos han
legado en herencia los grandes
héroes, como
Bolívar, Miranda, Rodríguez, Ribas,
Ricaurte,
Páez, Girardot y, otros célebres
soldados, que
derramaron su sangre en campos
ignotos con
honor y convicción, por liberar este
gran suelo.
Nadie es igual, cada uno va con sus
sueños y
su arrojo a la lucha, no sólo los une
la mirada,
el sentimiento, la intención, la
hermandad, la fe,
la historia y la sentencia de ir
labrando la libertad.
También, la inquebrantable decisión
de rescatar
el orgullo y la valentía del guerrero
que, todo
venezolano lleva adentro de su ser,
en sus genes.
Ellos son nuestros muchachos, todos
son nuestros,
los propios hijos. Así son nuestros
hombres cuando
se disponen a recobrar la joya, el
tesoro perdido, la
Amada Patria, la madre y la mujer de
los sueños
acunados en el parto que les dio la
luz y la vida...
!En la permanencia del suelo se palpa
la eternidad!
Hoy nuestros corazones acompañan al
fruto de
los vientres sagrados, las mujeres
cuidan a sus
manadas de cerca, no hay desamparo
posible, la
lucha es de todos y, allí, en el
campo del honor se
da la batalla contra la canalla
usurpadora, voraz
y desalmada, que usurpa los espacios
de poder.
La muerte y la tortura acechan al
nativo, son las
hordas de mercenarios foráneos y
originarios que
se dan cita para la verbena. Se
deleitan las fieras
y procuran la sangre del cordero,
olvidándose que
en esta vida todo es una suerte de
causa y efecto,
y que el cadalso los aguarda y han de
tener castigo.
Un vago silencio se respira, es el
olor de la muerte.
El silencio grita de pena y sorpresa
por el crimen. Ha
fallecido un Abel en las manos
ambiciosas de Caín.
Todo se oscurece y se silencia, es
dolor que aprieta
el alma y, se siente la impotencia y
el desgarro de la
pérdida. El vientre de cada una de
las mujeres que
acompañan la lucha, se retuerce de
dolor y tristeza.
Se ha ido una vida, se ha ido el futuro
y se rompe la
fuente sagrada de la paz. Y así
sabrán que nunca
habrá concordia frente a la muerte
inútil del futuro.
.
Oraciones, rezos, llantos, suspiros e
impotencia
rellenan el denso espacio de la fatal
despedida.
Nada ha sido en vano, han muerto los
hijos, ha
renacido la Patria, la tierra recobró
su esencia.
Queda abierta la senda, están
abiertas las venas
para insuflar la nueva sangre a la
"Democracia".
¡Un grito terreno de alborozo, sonará
allá en el
cielo, anunciando, a los que se han
ido que ha
llegado, por su causa y por su
sangre, la Libertad!
Raiza N. Jiménez excitando
23/05/2017/
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