lunes, 12 de febrero de 2018

RITUAL PARA ALIVIAR LA MALDAD EN ESTA TIERRA LLAMADA VENEZUELA.-



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"El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad."
Albert Einstein (1879-1955)

Por: Raiza N. Jiménez/

En días pasados, el padre Javier Escalante, de la Diócesis de San Cristóbal, sugirió el uso de agua bendita para limpiar las calles de Venezuela y librarnos de energías perversas. Pues bien, él sabe de lo que habla y es muy acertado en su invitación.

Pasaré a explicar, para los que no los conocen, algunos  elementos de orden espiritual y astrológico que influyen en los procesos de nuestro país y  los cuales, así mismo,  nos afectan directamente y afectan a la madre tierra donde nacimos.

Venezuela es un ente sintiente, un cuerpo orgánico, vivo y refulgente, que vibra energéticamente con los astros mayores: el Sol y la Luna. Esta tierra nace bajo el influjo de la Luna, en el signo de Cáncer. Está magnetizada por el elemento agua, por tanto, de sus entrañas fluyen libres y copiosas las aguas, posee grandes reservas del “sagrado” líquido,  el mismo que corre libre y salvaje por la plenitud de su cuerpo.  Bendecida es, por tener unos de los elementos indispensables para la vida terrestre en abundancia.

Nace esta tierra de gracia, de leche y miel, un 5 de julio de 1811. Ese magnético día, tuvo lugar el despertar de su nueva historia, la que haríamos sus hijos libres. La pequeña Venecia dio paso a una resurgente nación. Renacida en la plenitud de su libertad. Libertad hecha a pulso, en cada una de las batallas que libraron sus hijos, quienes fueron guiados por la providencia en la consolidación de un fin altruista. Hombres, consustanciados con el deber y el honor de salvar la patria, se animaron y enlistaron en la causa de la liberación de la madre tierra, la expulsión del invasor y el enemigo. Fueron éstos,  hombres valientes, viriles y probos. Ellos entendieron y atendieron, el llamado de la maternidad e iniciaron y consumaron en logros la conquista del bien sagrado de la libertad. Fueron los amados hijos, los nacidos del vientre de esta mujer, patria y suelo, los que entregaron la vida por salvar a su madre y darle a la descendencia- sus hermanos- el derecho de pisar y transitar en una tierra libre.

 Ninguna madre pudo estar más orgullosa, por esos hijos que, ungidos por sus bendiciones, la llenaron de gloria y preservaron su honor con valentía y compromiso. Nuestros libertadores, que así han sido llamados, con Simón Bolívar al mando,  entregaron su empeño y su sangre para darnos el derecho de nacer y de ejercer nuestro gentilicio de ciudadanos, con derechos de ser llamados venezolanos y, así mismo, de nacer en tierra libre de esclavitudes y sujeciones.

Ahora bien, hoy, después de haber crecido como nación, con altos y bajos, nos encontramos en una vil y triste encrucijada, la de liberarnos nuevamente de distintos invasores. Para vergüenza de nuestra madre, son sus hijos acompañados de extranjeros y ajenos, quienes osan mancillar su nombre y violentar su paz.  Venezuela ha sido contaminada en sus entrañas por el virus de la traición, han sido sus hijos, quienes han alzado la espada de la muerte, para negar y desconocer a la madre y entregarla a extraños desalmados invasores que, en usurpación de un magno poder,  la desangran y violan cruentamente su cuerpo de madre, hija y nación. No ha habido respeto, compasión ni compostura, la barbarie ha tomado la vida y hoy prevalece la muerte. Sus calles están bañadas de sangre joven y sus cárceles concurridas por valientes hombres que, son hechos presos y torturados,  por defender el llamado de libertad que, a gritos pide la patria.  Los venezolanos están dejando sus vidas y dignidad en manos de cancerberos innombrables. La patria se desangra y ahora la batalla es por la VIDA.


Nota: le dejo a los buscadores la tarea de abundar sobre los efectos e influencias de la Luna en los seres vivos y el haber nacido bajo el signo de cáncer. Así mismo, la relevancia y consecuencias de ser un país femenino, Madre, cuyos hijos se muestran en una ambivalencia característica de la dualidad en el ser, de la enajenación, del carácter y de los vicios de consciencia que borran del alma y la conciencia, el mandato expreso de los valores universales que son de estricto cumplimiento, para todos los hombres de bien.   

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