miércoles, 19 de abril de 2017

VENEZUELA TRAICIONADA


Por: Raiza N. Jiménez

"Ningún hombre sabio pensó jamás 
que un traidor podía ser confiado."
Cicerón.

Nuestro país, Venezuela, vive hoy en desgracia; asolado, por casi 20 años de la implantación de un sistema comunista, llamado Revolución Chavista,  también bautizado como Socialismo del Siglo XXI. En estos últimos años, ha habido una verdadera guerra interna que invisibiliza a los ciudadanos e irrespeta de manera flagrante sus derechos de participación, creando mediante jingles y emblemas visibles, pero carentes de contenido efectivo, una nueva sociedad y un hombre revolucionario, que nadie conoce, porque ahora se parece más a un ciudadano de finales de la Segunda Guerra Mundial, que deambulaba sin rumbo y sin patria,  es decir, en ruinas, perseguido, enfermo, famélico, hacinado, humillado, torturado,  sin NORTE y sin DERECHOS. Y lo peor, SIN CONCIENCIA.

Venezuela fue asaltada, no por el intento de golpe que, también golpeó a familias inocentes con los muertos que dejó en el camino. El golpe de la Casona, el golpe en el Canal VTV, el asalto a ese  canal  del estado, dejó una deuda humana y material que no se ha cancelado. Los asesinos andan sueltos, unos comandando este desastre, otros en el exilio dorado y los menos, han muerto sin sanción moral ni legal.

En honor a la verdad, debo decir, en un intento de hacer justicia a la historia, que en los corrillos de los Palacios, de las Casas de las leyes y el Gobierno Nacional, los oportunistas, políticos y leguleyos  encabezados por un político senil, como lo era Rafael Caldera, por sus serviles adláteres, avalaron impúdicamente el golpe, poniendo de mampara a un pueblo doliente pero, anónimo y usarlo para hablar en su nombre y justificar con encendido verbo, cargado de mala fe, su verdadera intención.

Ciertamente, Caldera desde su tribuna senatorial, hizo un discurso alevoso y oportunista que tuvo efecto inmediato en la mente de los golpistas y los que lo apoyaban. Pero, también, llenó de confusión al pueblo que profesaba religiosamente su devoción democrática. No desconocía este hombre, experto en leyes, la contundencia de su intervención, pero pudo más su egoísmo y ambición que su deber patriótico de venezolano ejemplar.

Podría decir, sin temor a equivocarme que su gran deseo de poder, no le permitió pensar en su compromiso paterno ante el Pacto de Punto Fijo y,  menos aún, en la responsabilidad que con esta alianza tenía su persona. No sólo como individuo de renombre, como expresidente, senador vitalicio de la República de Venezuela, sino como, estadista y venezolano. Tal pacto, lo firmaron los demócratas, cuando se derrocó al General Marcos Pérez Jiménez, con el objeto de implantar una democracia alternativa que mantuviera alejados a los dictadores de oficio y permitiera el pleno derecho que otorga el sistema de la democracia, en el ejercicio ciudadano del voto. Todo ello, para que el pueblo pudiera darse leyes, gobiernos y cogobiernos, en plena libertad de elección. Y, así se hizo durante los casi 40 años que duró la democracia representativa en Venezuela. En todo caso, fue cuesta arriba que defendiera a los golpistas, para que un contubernio desgraciado, lo llevara a la presidencia, cuando ya carecía de las más elementales condiciones físicas y mentales, producto de su edad, de sus visibles enfermedades y deterioro.

Ahora bien, en tal desaguisado, no sólo Rafael Caldera, es corresponsable y la historia lo debe condenar. También, lo son, esos otros,  los llamados ‘anda ve y dile” que, históricamente han ocupado un curul en el Parlamento, para chismear, hacer cotufas y acomodarse con su voto en el ”Cuánto hay Pa’ Eso”. Vale decir que la historia no perdona y se devuelve para cobrarnos de la peor manera, los actos fallidos y las acciones contravenidas llevadas a término. El asunto es que, lo pagamos en grupo, porque los pueblos -en el cuerpo de los ciudadanos-  son responsables palmariamente, de los aciertos y los desaciertos que promuevan y ejecuten.

El apoyo que Caldera y los socialcristianos de COPEI mediante un partido llamado Convergencia, el cual convocaba a los partidos de izquierda, (MEP, MAS, URD, y PCV)  en un enjambre llamado “El Chiripero”, aludiendo a un tema de Ali Primera. Esta unión lo llevó, por segunda vez, a ser Presidente Constitucional de Venezuela. Desde ese nefasto hecho, venimos cuesta abajo en la rodada y mostrando una verdadera tierra arrasada, por nativos y extranjeros.

 Debo señalar que, la ambición desmedida de nuestros políticos, viene a dar un soporte inocultable, a aquella vieja pero, acertada frase que se le adjudica al Padre de la Patria, Simón Bolívar, que reza así: “El talento sin probidad es un azote”. Para muestra un botón, Caldera abrió el chorro y los más avezados, dotados con la picardía criolla del inmediatismo y el ventajismo de rapiña, corrieron  a alzar en hombros a un golpista y, lo demás, es historieta del expaís -como lo ha llamado con gran acierto el Profesor Agustín Blanco Muñoz-. Un país que fue, existió, pero que sus hijos impunemente, lo han llevado a sufrir la suerte de Troya y, ahora, andamos por Pénjamo, bien perdidos, por el norte.  Eso porque, aún no hemos podido llegar a Trujillo y, ni siquiera sé, sí todos sabemos qué vamos a hacer o a quién vamos a buscar allá.

Por Venezuela y sus hijos, por nosotros y los que nacerá en esta tierra hoy en desgracia,  espero que lo busquemos y lo grabemos en el corazón, porque sencillamente, estamos como país, en extremaunción y los curas andan, afortunadamente, ocupados devolviéndole a la gente la conciencia. Esa vena poderosa que a punta de sermones y amenazas de castigos culposos, nos habían quitado. O como decía el poeta del pueblo, Ali Primera, en un símil de su tema La Soga: “Si le quitan el veneno al cascabel aunque suene la maraca deja de ser cascabel”. Hoy  el clero, como en aquel glorioso 19 de abril de  1810, le anda devolviendo su naturaleza de guerreros a los venezolanos. Estamos consciente que tal fenómeno de estímulos –respuestas inadecuadas o poco efectivas, tiene que ver con el hecho de que nunca pensamos que viviríamos en guerra y, menos en una guerra civil, entre  hermanos.  Y eso le ha pasado a nuestra gente -nacida en democracia- porque no se preparó para una guerra fratricida. No obstante, esta contienda está en pleno desarrollo y el aguerrido pueblo tomó su decisión en un grito de: YA BASTA. Estamos inmersos en una guerra entre hermanos, porque hasta eso son los cubanos  y los otros foráneos que se prestan para atacarnos, en nuestra tierra. Lo desastroso es que estamos  desarmados y  sin tácticas defensivas y de guerra. A lo mejor, solo portamos el pequeño, pero gran libro de Kant, titulado: Sobre la Paz Perpetua, que en tiempos de guerra no ayuda mucho, porque es más preventivo que defensivo. Pero, que podría ser un buen regalo para los que hablan de paz, fusil al hombro, con un grito de: DISPAREN A MATAR.

De todas formas, quizás no hay que rechazarlo, por si acaso, el nuevo conquistador, siga con su cantaleta, hablando de una paz que aún no divisamos, porque nos muestran un ejército armado hasta los dientes. Dicho ejército, no es para defenderse de un enemigo, pero sí para atacar a los dueños originales del país: El Pueblo. Es decir, NOSOTROS. Gente, ciudadanos, que por reclamar sus legítimos de derechos, somos amenazados de represión y exterminio y, nos convertimos en blanco visible de las huestes armadas del gobierno.

Por cierto, los muertos los pone ese pueblo, sobre el cual hablan y, por cuyo bienestar, supuestamente, gobiernan. De allí que, hay que retornar a nuestra naturaleza de guerreros capaces de ayudar a liberar otras naciones. Es nuestra herencia, la que debemos honrar, a pesar de los traidores, como nos lo dejó de mensaje y obra nuestro Libertador Simón Bolívar, Finalmente, es importante señalar que Venezuela vive en estos momentos y desde que se decretó, que no fuimos objeto de descubrimiento, sino de ENCUENTRO, una cruel y desproporcionada aculturación antagonista, que ha revivido viejos fantasmas e intenta con las fuerzas de las armas, en manos de un Estado forajido, someternos a un proceso de adopción -traje  a la medida-  de una nueva identidad, maniatada  y, signada  por antojadizos decretos.

Se nos quiere asignar una nueva identidad de, HOMBRE NUEVO,  cuyos signos idiosincráticos están divorciados de nuestros orígenes. Es decir,  los nuevos conquistadores –opresores- del pueblo, solicitan y exigen a los ciudadanos que obedezcan y se rijan por nuevos estamentos,  en flagrante desacato de la Carta Magna. Quieren dibujarnos una idiosincrasia creada a la medida de sus ambiciones, para satisfacer los intereses de un grupo que ostenta el poder político, bélico y económico devenido del erario público  y,  de nuevas costumbres -importadas- que se quieren imponer desde un poder omnímodo.

Conclusión: No era un cuento lo de la tierra arrasada, sacada de aquellas canciones de la resistencia, trasnochada de los años 60s. Rnj/19/04/2017
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