domingo, 30 de septiembre de 2012

LA GORRA TRICOLOR Y SU SIGNIFICADO SIMBÓLICO



DE LOS ACTOS DE DESOBEDIENCIA  (La gorra de Capriles  Vs la gorra de todos)
Por: Raiza N. Jiménez
“…Quien de una cosa sólo conoce su propia versión sabe poco de esa cosa. Sus razones tal vez sean buenas, y aun puede que no haya habido nadie capaz de refutarle. Pero si el es igualmente incapaz de refutar las razones de quien le contradice al respecto, y si no hace cuanto pueda por conocer si son válidas o no,  no tiene ningún fundamento para preferir una de las dos opiniones.” J Sturt Mill  ( La Libertad del Individuo)
Los grandes avances  de la humanidad y del hombre per se son el resultado de la emancipación o desobediencia. Todos los intentos por oscurecer o amarrar la voluntad de los hombres son ejercicios que han  terminado mal, la muerte, en sus diferentes facetas, entra a formar parte de los resultados cuando se han intentado estrangular los deseos o evolución del hombre. De allí que,  en sí misma, la propia desobediencia se antoja una reafirmación ante los actos de provocación de quien ostenta el poder y lo cree omnímodo. Los rastros nos conducen a buscar el hilo conductor  en los mitos, por ejemplo: el mito de Adán y Eva que pasa a representar el más grande  suceso de desobediencia que ha marcado la vida religiosa occidental; el mito de Prometeo de quien se cita la siguiente frase: “…Prefiero estar encadenado a esta roca, antes que ser siervo obediente de los dioses” Ni los dioses se salvan  a la hora de decidir si se prefiere la libertad o la condena.
En todo esto se visualiza la rebelión, la oposición a órdenes que viene desde afuera y, que cercenan el  libre albedrio y comprometen la independencia a la que tienen derecho los seres humanos de manera particular.
Ante esta diatriba cabe preguntarse: ¿A quién  obedecen los dioses? ¿Por qué tengo que hacerlo yo? ¿Cuándo se me consultó si quería esto o aquello?
Ahora bien, todos tenemos  una noción mas o menos clara de lo que significa ser libre Y autónomo, sin embargo, casi todos los intentos de desobediencia son desalentados, creando de esa forma borregos que responderán afirmativamente ante los deseos o aspiración de esos otros. Unos otros que ejercen presión sobre la voluntad de decidir de forma autónoma y en libertad.  Los métodos para lograr esta sumisión van desde la persuasión hasta el amedrentamiento, la tortura y, algunas veces, hasta la muerte.  Al respecto señala Erich  Fromm  que”… Sí un hombre sólo puede obedecer y no desobedecer, es un esclavo”.  Ciertamente, si un sujeto está siendo preso y conducido por otra voluntad diferente a la propia, queda convertido en títere o esclavo de ese otro y su autonomía se convierte  en una ficción.
A partir de acá, es importante introducir un punto explicativo para poder ver más claramente todo el enjambre que se teje en torno a la obediencia y su dialéctica. Así,  someterse, es un acto de sumisión o abdicación de la voluntad. Pero, cuando no se obedece a las creencias o razonamientos de los otros o cuando el ser humano es capaz de desobedecer, se reafirma su autonomía.  Por lo tanto, el resultado esperado sería enfrentarnos a un sujeto que pondera su  independencia y se sabe dueño de su voluntad. Un ejemplo clásico  lo tuvimos con la prohibición expresa de la gorra tricolor de Capriles, que a partir de la respuesta del candidato ante el árbitro nacional, esta gorra hasta  ahora imperceptible y de uso común,  se convirtió en la manzana de la discordia u objeto del desencuentro con el árbitro.  Pero, por otro lado, esa misma gorrita, también se hizo en las manos del nuevo líder y en la de sus seguidores convirtiéndose en un símbolo que concentra toda una carga  que guía a estas voluntades por el sendero de la libertad. De esta forma, esa pequeña  prenda de vestir  se embistió de un poder inconmensurable, para llegar a ser la “gorra de todos”.
Ahora bien, en este pulseado caso, las autoridades se pronunciaron y prohibieron su uso, con resultados inesperados: desobediencia.
Al margen, podríamos calificar como un acto desmedido de la autoridad electoral, el intento de conminar al candidato de la oposición a no usar al gorra tricolor en campaña. Este conato para  limitar la utilización de una prenda de vestir y de uso común, por el hecho de llevar los colores patrios, derivó en resultados contrarios a los pretendidos por la autoridad.   La respuesta no se hizo esperar y en posesión de su conciencia -como espejo- el candidato de la oposición declinó tal orden y en plena actitud de desobediencia consciente, se negó a obedecer una orden que a todas luces fue  un exabrupto de un poder cuyo independencia  está subvertida al jefe de Estado-  que quita y pone sus piezas como en el tablero del ajedrez- máximo árbitro de la contienda electoral. El desafío quedó sobre la mesa y la desobediencia  tomó cuerpo en la voz recia y firme del nuevo líder que se hizo voz actuante ante sus seguidores. Así, en un grito de sensatez y de justicia se asumió que la gorra tricolor es  su gorra y es gorra de todos.
Hay que decir que, en esta manifiesta conducta Capriles se catapultó como; un ser humano valiente, arriesgado, de ideas claras y consecuente con sus criterios. De hecho, este incidente fue para Capriles una gran prueba que estuvo monitoreada por el poder electoral-como mampuesto de uno superior- y, por lo otros, por todos sus seguidores que esperábamos una señal indubitable de arrojo y responsabilidad para continuar una lucha,  que como él mismo lo ha señalado innumerables veces, representa la lucha de “David contra Goliat”
Para nadie es un secreto como terminó este escarceo y, mucho menos, que la gran mayoría siente admiración por este tipo de gesta emancipadora donde los más desposeídos se arriesgan en un cuadrilátero de jueces corruptos y de trampas ostensiblemente visibles. Hay que tener un arraigo muy fuerte a la autodeterminación y haberse hecho uno con la libertad para tener los bríos de mandar bien largo, a aquellos que pretenden- desde sus posturas de poder- engullir el pensamiento y la acción de sus congéneres. Eso hizo Capriles con la risible imposición, puso de lado la obediencia- que es hija del temor y la esclavitud- y siguió su camino hacia la libertad. En este punto debemos señalar que, la libertad y la desobediencia constituyen un binomio inseparable que hace posible los actos de reafirmación  y conocimiento de sí mismo, respecto a los otros. Sobre todo, respecto a esos otros que sí son obedientes, sumisos y con miedo a ser.
Por otra parte, quedó claro que Capriles envió un mensaje contundente y  preciso a las autoridades al decir   “yo me quito la gorra cuando el árbitro -el otro candidato- se quite la boina.”
Demás está decir que, con esta conducta indubitable, Capriles  se ganó enseguida el respeto de algunos que dudaban de su talante libertario y, quienes acto seguido, decidieron seguir a su nuevo líder por caminos empedrados pero con la firme disposición de sortear las vicisitudes  que se presentarían  con férrea voluntad, libre disposición y UNIÓN indisoluble..
De esta manera, el árbitro quedó atrás con sus intentos que se hicieron letra muerta y la gorra siguió su viaje en el autobús del futuro. Esta gorra, por demás famosa,  ahora cubre el entendimiento de sus millones de seguidores que la usan como un símbolo de unidad y en desafiante conducta hacia el  poder retador.
Por otro lado, este controversial hecho, constituye una manera de rescatar algo que se había perdido en estos 14 años de soliloquio, como lo es el derecho a vestir, sentir y estar en una actitud diferente a la que ha intentado imponer el omnipresente candidato rojo.
Así, la gorra tricolor vino para quedarse, también su principal portador un hombre joven que al igual que David de la antigua epopeya está venciendo a Goliat en esta lucha desigual y ha logrado, palmo a palmo,  aventajar cada día a su cansado  y  añejo contendor que cada día luce menos apto para los 6 años de reconstrucción del país, que habría de asumir.
Algo quedó impreso en este desigual forcejeo y es que no hay vuela atrás, ni tiempo para lamentos plañideros, la pelea es peleando y el reto ha sido aceptado para vencer al Goliat venezolano.
  
“CUANDO UN PUEBLO UNIDO DECIDE CAMINAR EN POS DE SU LIBERTAD NI EL MISMO DIOS INTENTARÁ  IMPONERSE PARA DOBLEGAR  ESA VOLUNTAD”

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